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Channel: Nicon Pepinos – Cienojetes
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¡Cienojeteees!

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Nada. Que no podemos con ellos. Por más que lo intentamos… Me explicaré:

Conocí a mi colega Nacho Canon en un taller de un fotógrafo cojonudo. Es que ahora mismo no recuerdo su nombre… Pero sí recuerdo sus fotazas en HDR. ¡Acojonantes! Aunque yo soy de Nikon, me llamó la atención el peazo de pepino Canon que llevaba Nacho. Una auténtica joya tecnológica. ¡Qué pasada! Enseguida hicimos buenas migas hablando de nuestras cosas: de objetivos, de las últimas réflex, de la doceava  edición del  libro de Mellado, del Photoshop, etc.

Fue Nacho quien me informó que había en Murcia una especie de colectivo o asociación que se estaba moviendo mucho. Los de Cienojos. Y que ahora mismo esa gente manda romana. Es decir: que son los que saben por donde van los tiros en esto de la fotografía moderna. Y los dos dijimos que teníamos que ser como ellos. Entrar ahí como fuera.

Pero por más que asistimos a sus actividades y talleres (por cierto, ¡¿para cuando uno con Mellado?!), no nos admiten. Y mira que nos hemos dejado bigotito, fumamos de liar, nos ponemos camisetas indies, etc. Hasta hemos llegado a cambiar nuestras mochilas por bolsas del Juanan. ¡Pero no hay manera! No nos dejan porque se ve que son un círculo muy cerrado de gente moderna.

Asi que nos hemos armado de valor y hemos decidido hacer un blog, para hablar de nuestras cosas. Desde hoy despega al universo fotográfico… ¡Cienojeteees!

 



El nuevo look de Spottorno

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Spottorno antes, con barba y gafapasta

En el post inaugural comentaba que tanto Nacho como yo estamos intentando hacernos con un look modernillo, más concertual si es posible, acorde a los nuevos tiempos que nos llegan. Si queremos ser modernos, hay que serlo por completo. No nos la podemos coger con papel de fumar. Está claro.

Ahí está el ejemplo en el afamado Spottorno. Yo no le conocía, pero un enterado en esto me dijo un día en el bar que era una referencia obligada. Sí; este hombre se ha hecho tan popular en el mundillo fotográfico que a ver quien tiene cojones a no leer lo que dice. De hecho hemos decidido publicar los martes porque él tiene mucho “share” los lunes. Y dos cosas: queremos tener una audiencia aceptable y no queremos tampoco quitarle lectores a él, claro.

Bueno. Pues a punto ya de dar el brinco al videoarte realizado con iphone, este fotógrafo y repensador de la fotografía también ha decidido dar otro salto adelante en su aspecto, dotándose de una imagen más a la moda, más vintage, más poppy; en definitiva, más chachi-piruli. Y si no comprobad por vosotros mismos. Mirad como se parece a uno de los iconos culturales de nuestro tiempo, otro que marca tendencias: el humorista Joaquín Reyes. ¿A que sí?

Reyes y Spottorno ahora. Bigotito y gafapasta nueva


Mi primer visionado. ¡Qué decepción! (1ª parte)

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Estoy frito, de verdad.  Muy tocado. Muy jodido. Os cuento, queridos:

Hace unas semanas decidí apuntarme a un taller fotográfico de esos de reflexión personal. En realidad yo ya he hecho muchos cursos, pero todos técnicos: del fotochop, del lairum, de iluminación, de manejo de réflex, de HDR, de desnudo (jeje, estos me gustan mucho, vaya, porque normalmente las modelos… ¡tela!)

Pero ya sabéis que tanto Nacho como yo hemos decidido ser modernos. Y claro. Hace falta un taller de esos en los cuales te enseñan a ser profundo, ¡a creaaaar!

El taller llevaba por nombre: Fotointrospección creativa. Vaya títulín, ¿eh? La primera vez que lo leí me quedé traspuesto. Me sonaba a chinorris. Pero un amigo lo había hecho y me dijo: “¡Corre ves, hombre, que ya verás como te gusta y aprendes! Yo soy otro desde que lo hice…”. Así que me animé a ir sin saber bien a qué iba y a pesar de los 200 pavos que costaba y de que era en Madrid. Pero, ¡vaya si aprendí! Que para nada me ha dolido gastarme los dineros (taller + viaje + pensión piojosa + comidas + cubatas, esto último no lo perdono) ¡Qué va! ¡Deseando estoy de hacer otro, coño!

Una de las cosas que había que llevar era un porfolio. Y especificaba que en papel. Pregunté a varios qué era eso y me dijeron que no era más que una serie de fotos. ¡Joder, ¿qué tontá es esa de llevar fotos en papel?! Eso, queridos, ya no se lleva. Creedme: lo que es necesario es un buen disco duro. Yo tengo uno de 9 teragigabytes y ya está casi petao de fotos que veo de miedo en mi pantalla amoled de 40 pulgadas de eslora.

Tras hacer el taller os tengo reconocer que me he quedado con la sensación de que me la han metido doblá. ¿Por qué? Amiguitos, sin mas dilación paso a contaros como transcurrió un taller de fotografía que duraba 14 horas (una tarde y un día completo):

PRIMER DÍA DEL TALLER

A las 16:00 estábamos citados con el profesor. Entre que la peña llega tarde y él también, hasta las 16:30 no empezamos. Pero es que lo primero que hace el experto es poner música (se tira un rato buscándola en el espotifai) y decir que hay por ahí disponible una cafetera malucha. Esa máquina durante todo el curso le va a ayudar a perder/ganar tiempo. La peña empieza a echarse cafés, tes e infusiones ¡porque son gratis!. Aquí llegó mi primera decepción, porque yo me esperaba encontrar un público mayoritariamente femenino y aquello parecía un campo de nabos, señores. Mal panorama para arrimar la cebolleta…

17:15. El profe nos habla de su trayectoria, de lo que ha hecho y va a hacer. Me quedo flipado con su C.V. Lo que no dice ni enseña es la cámara que tiene. A mí eso sí que me interesaba. Pero seguro que es una Hasselblad o incluso ya tendrá la Eos 5d Mark VI de la que hablamos la semana pasada… A todo esto, entra uno en la sala que dice que es el coordinador del curso y vuelve a presentar al que se presentó solo antes. Pasa lista y después de decir que hay una biblioteca de libros de fotos por ahí para ojear, se va al fin muy contento con cara de dólar.

18:00. No se le ocurre otra cosa al profesor que ponernos en corro y que digamos quienes somos, por qué hemos decidido hacer el taller, etc. Asi que la peña empieza a enrollarse y uno hasta casi llora. Yo sigo con mucha atención todo lo que dice la gente, ya que todos tienen unas vidas interensantísimas y las motivaciones son diversas. Todas las explicaciones van siendo comentadas por nuestro enrollado profesor. Terminada la ronda de presentaciones de gente que no veré más en mi puñetera vida, el maestro propone hacer una pausa.

19:00. Es hora de hacer el kit-kat. Más cafés para la peña, que aprovecha para hacer aguas menores y mayores. Y como sólo hay un váter, pues más tiempo a la suma. Me tomo un café bien cargado porque tengo sueño.

19:45. El tío enseña unas series de fotos suyas. Que si ésta la hizo en Ucrania, que aquella son retratos de su abuela de Cuenca… También saca unos libros. Como tiene rollo y entre que fotos y libros tienen que ir pasando de mano en mano se hace la…

20:45. …hora de acabar. “Bueno. Esto termina a las nueve y con la hora que es pues no vamos a empezar con lo siguiente y dejarlo a medio. ¡Zagales, nos vemos mañana! No olvidéis traer vuestras cámaras y los porfolios quienes lo hayáis traído. En pendrive o en papel, como queráis”  Pero, ¿no era obligatorio en papel? ¡Cagüen!

En fin. Me marcho en solitario del sitio, no sin antes guiñarle un ojo a la guapa del curso en el ascensor, y vago por las aceras intentando asimilar todo lo aprendido. En la próxima entrega os cuento el 2º día, en el que enseño mis fotos y…


Mi primer visionado. ¡Qué decepción! (2ª parte)

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Pues seguimos hoy con el SEGUNDO DÍA DE TALLER. Y ÚLTIMO, A DIOS GRACIAS.

Empezamos la mañana con un repaso de la obra del autor. Yo no conocía de nada al insigne, pero muchos comentaron que estaban allí porque era un cerebro en esto de la fotografía; lo admiraban. Asi que maldita la gracia que les hizo ver como el profe se iba a limitar durante un par de horas a proyectar su obra.

Una vez puestos en faena el cañon laser no funcionaba. ¡Oh novedad! Salió muy decidido a intentar resolver el tema uno de los alumnos, que dijo que entendía de eso un poco. Y tan poco: lo estropeó aun más. Llamaron al informático de la empresa. Pero, ¡oh novedad! Estaba desayunando fuera. Mientras llegaba el teeernicooo, el profesor en vez de avanzar materia se dedicó a chismorrear y hasta contó un par de chistes. ¡Qué graciosete el amigo! Mientras, la máquina de los cafés echaba humo. ¡Os recuerdo que eran gratis y estamos en España!

Finalmente el proyector quedó operativo y ahí que empezó el experto a poner fotos suyas. Lo que más decía era dónde las hizo, pero de cómos y porqués, poquito. Poco que ver con el título del curso que os recuerdo era: Fotoinstrospección creativa. Como puso tantas fotos, su tono de voz era monótono, la sala estaba a oscuras y era una hora difícil -la de la siesta del borrego-, yo no pude evitarlo y acabé cayendo en un pesado sopor aumentado por los movimientos hipnótico-pendulares de uno de los asistentes:

¡El hombre yoyó! Curioso fue descubrir que respecto a todo lo que decía el maestro entre el público había críticos exacerbados (pero de pasillo, ninguno se atrevía a decirlo a la cara) y admiradores natos. Entre éstos últimos destacó el que apodé de aquesta manera. A este notas, todo lo que decía el erudito le parecía estupendo; y lo demostraba con movimientos ostensivos y asertivos de cabeza como si fuera un perrito de esos de luna trasera de seat 600 ó 127. No paraba. ¡Qué musculatura cervical! ¡Admirable el hombre yoyó!

Una brusca cabezada me despertó y al poco se levantó la sesión pues era hora de comer. Después de hacerlo en un restaurante donde profesor y coordinador papearon por la patilla, salimos un rato a la calle a hacer fotos. Ahora sí que el profesor explicó que teníamos que crear desde nuestro interior. Nos dijo que dejáramos fluir nuestra creatividad de dentro pa fuera. Nos comentó un par de trucos fáciles (contraluces, barridos, etc) y comenzó a accionar su obturador de forma compulsiva. Aunque tonto no era y casi siempre apuntaba, haciendo unos picados y contrapicados espectaculares, a la guapa del curso. Se perdió por una calle diciéndonos que en dos horas nos veíamos en el aula. Para mí que se fue a dormir la siesta después de la tripá que se dio.

Yo me llevé mi réflex y mi mejor pepino para sorprender a la guapa del curso, pero de poco sirvió. Sí que cuando lo saqué de mi mochila profesional la muchacha mostró sorpresa y admiración al ver el tamaño, pero desgraciadamente un argentino zalamero la acabó engatusando.

De vuelta a clase nuestro instructor echó un vistazo directamente a las pantallitas de las cámaras, pero no dió tiempo a casi nada. Se detuvo especialmente con el hombre yoyó -no lograba zafarse de él- y con la guapa -con ésta de buen agrado-. Yo, que estaba deseando ver las fotos que había hecho él, le pedí que me las enseñara; pero comentó que él llevaba película triequis en su Leica M6. ¡Pero si eso ya no se lleva, hombre! Claro que así se ahorra demostrar que sabe hacer fotos…

Llegaba la hora del visionado. Sólo dos nos llevamos fotos en papel. Ya os comenté como me la dieron en la 1ª parte. Y no sé por qué los del papel se quedan para los últimos siempre. La mitad de los alumnos no llevaron nada y los otros se llevaron fotos en un pen-drive.

A mi me dejaron el último, cuando ya el visionador tenía la cabeza como un bombo de tanto ver imágenes. Se le notaba cansado y yo, con eso de quedarme para el final, estaba muy nervioso, temblando. “¡Venga, ¿a qué esperas?! ¡Pon tus fotos encima de la mesa!” Llevé fotos en color a tamaño 9×13 pegadas sobre cartulina gorda, como me recomendó uno. Unas 30 fotos de un viaje de grupo muy chuli a la Riviera Maya, muy variadas: playas, puestas de sol con palmeras, pirámides, gente… Pero al hombre pareció no gustarle nada y comenzó a gritar que qué era eso, que eran muchas fotos y que no veía tema. Y cada vez más nervioso comenzó a apartar fotos a manotazos de la mesa diciendo “¡Esto sobra! ¡Sobra! ¡Sooobraaa! ¡Fueeraaa!” Vino a ser una cosa parecida a lo que ocurre en el minuto 1:55 y segundos siguientes de este video:


El momento culmen fue cuando, entre risas de mis ¿compañeros?, una fotografía salió proyectada en vuelo raso. En su trayectoria casi le da al argentino locuaz que desgraciadamente la esquivó ágilmente, para seguir su viaje hacia una ventana abierta, como en la escena de Mujeres al borde de un ataque de nervios. Era una foto preciosa de un mono araña y espero que no le diera a nadie en la cabeza, porque con el paspartú tenía que hacer pupita.

En fin. Se ensañó conmigo todo lo que quiso el señor experto que encima, al no ponerse guantes de algodón para manipular las fotos como procede, me las dejó llenas de huellas y deterioradas algunas por los manotazos. Quedé destrozado. Hasta he tenido que hacer terapia para elevar mi autoestima. Y ahora os hago una pregunta a todos: ¿Como se hace uno visionario de éstos? ¿Va por oposición? Parece que con poca cosa te llevas unos cuartos muy ricos a la cartera. Lo tengo decidido: ¡yo de mayor quiero ser visionario de porfolios!


La falta de color y la Escuela de Helsinki

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Iniciamos con esta entrega una nueva categoría en nuestro blog destinada a poner encima de la mesa, sin tapujos, lo que consideramos graves problemas de la fotografía contemporánea.

Hoy comenzamos con uno que lamentablemente es muy abundante en nuestros días: la falta de color en las imágenes. ¿O no es verdad, queridos? Hay una peligrosa tendencia a sacar imágenes descolorías, sin gracia. Las fotos parecen estar hechas con un carrete del año de Naranjito. Y lo que es peor: a acrecentar este problema se han dedicado algunos fotógrafos modernos. Cuando empecé a investigar un poco sobre esta cuestión en google, descubrí nombres nuevos para mí. “¡Los conocerán en su casa!”, me dije. Pero no: resultan que son reconocidos artistas. Le dije un par de nombres a uno de Cienojos y me explicó que eran de la Escuela de Helsinki. Yo entonces -tonto de mí- pensé: “¿Y qué tendrá que ver el colegio donde haya estudiado esta gente?” Pero es que resulta que en fotografía una escuela más o menos enmarca una tendencia de gente con estilos parecidos… ¡Vaya tela!

Como siempre quiero aprender y los libros de fotografía son muy caros, decidí ir a la biblioteca a ver si había alguno de la Escuela de Helsinki esa. El caso es que todos los fotolibros con esa estética que encontré parecían quemados por el sol; como si una buena solanera les hubiera comido la tinta. Pero voy más lejos, amigos. ¿No será que este movimiento empezó así porque la tinta de impresora es cara y para gastar menos imprimían en modo borrador? ¿Nos la metieron doblá estos listillos? ¡Lanzo mi hipótesis al aire!

Y es que una fotografía floja de color no transmite nada. ¿Qué podemos hacer cuando una foto nos sale con el color apagadete? Una solución es lo que hace una fotógrafa llamada Ouka Leela, de la que probablemente hablaremos más adelante en el blog, que pinta las fotos a mano, con acuarelas y tal. Lo que pasa es que esto lleva mucho tiempo. Para ir rápido el fotochop tiene una poderosa herramienta llamada saturación, que nos soluciona el problema en un plis plas. Que un atardecer nos sale con cielos poco cálidos: ¡saturación de los rojos y naranjas! Que los árboles salen un poco secos: ¡saturación de verdes! Que el cielo está contaminaducho: ¡dale caña a los azules! Es muy fácil. Yo aconsejo llevar el slide a valores mínimos de +40. Qué mejor que un par de ejemplos para que lo veáis claro:

Riitta Päiväläinen pertenece a la Escuela de Helsinki. Sus paisajes son muy fríos y no dicen nada. Además deja los cielos más blancos que una sábana. Saturando un poco y subexponiendo los cielos como bien nos enseña Mellado, la cosa cambia. Hasta la hierba queda tan verde que apetece echarse una siesta:

Erwin Olaf creo que no es de la citada escuela, pero tiene como los de ella la fea costumbre de dejar a la gente que retrata con la piel muy pajiza. Sus inmortalizados, en vez de parecer sanotes, se nos figuran personajes de la saga Crepúsculo; o de una película de Tim Burton. Mirad como mejora una foto suya con sólo saturarla un poquito:

¿Veis como ha mejorado el chiquillo? Ha pasado de asemejarse a un cadáver andante a estar más guapo que un don Juan. Podíamos haberle puesto un poco más hermoso, dándole un poco de volumen a la cara, porque creo que lo de comer no es lo suyo. Y también hacerle el bigote más velludo y varonil. Pero nos hemos limitado a darle un poco de color, que es de lo que estamos tratando, y hasta parece que ha ido a la playa y todo. Le hemos dejado la foto lista para ponerla en el badoo y buscarse novia.


Sobre como fotografiar niños y una imperdonable ausencia en GetxoPhoto

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En el post anterior hablamos de la mejor manera de hacernos un fotolibro con nuestras fotos más sentidas, que son sin duda las familiares. Y dentro de éstas, las de niños.

No entiendo como alguien puede comprar libros de autores como Sally Mann, que encima publica en blanco y negro. Con la alegría que dan unos buenos colores un poco saturadillos. ¿Qué es eso de comprar un libro con insulsas fotos cotidianas en las que no aparece nadie conocido? ¿O con dramáticas y ajenas historias personales? ¿Eso pa qué?grandazo

En este orden de cosas, y a sabiendas de que llega la Navidad, os recuerdo que ya es hora de ir preparando los calendarios del año nuevo con vuestras fotos más entrañables. Y como quedan preciosos estos almanaques es con fotos de niñitos.

Es todo un arte fotografiar pequeñajos ya que dan mucha tabarra a veces. No se están quietos y hay que estar atentísimos, pendientes de captar el mejor gesto o sonrisa de la criatura, para que de esta forma nuestro calendario quede impecable. Recomiendo por ello el disparo a ráfagas con vuestra mejor réflex digital, porque el efecto sonido metralleta con un buen pepino (teleobjetivo) a poca distancia de la cara del niño podrá provocar en él las expresiones más dispares y espontáneas.

Si hay una persona de la que podemos aprender mucho y que ha insuflado modernidad en el arte del retrato de bebés es la fotógrafa australiana Anne Geddes. En Cienojetes nos alzamos prestos en defensa de esta mujer que en ocasiones ha sido acusada injustamente de ñoña por almas insensibles, incapaces de captar la delicadeza de sus instantáneas. Bueno, lo de instantáneas es un decir, porque en muchas de sus mágicas imágenes los nenes aparecen dormiditos con incómodos utensilios y ropajes; y esto puede llevar tiempo. Es posible que los termine desesperando y finalmente se ensoñisquen, siendo éste el momento que aproveche nuestra avispada creadora para apretar el disparador.

gedcardNo hay que preocuparse por la  “tortura” a la que se somete al bebé. Él cuando sea mayor se emocionará viendo esas fotacas; nos lo agradecerá entre lágrimas y, quién sabe, quizás quiera repetir la experiencia como ya han hecho algunos; tanto ellos (véase el grandazo de la foto de cabecera) como ellas.

Y qué habilidad con el merchandaisin tiene la tía, que hasta hace tarjetas de crédito con sus evocadoras imágenes. Inocencia y dólares. ¡Grande la combinación!

Un aplauso a Mrs. Geddes. Pero un abucheo a Frank Kalero, que no estuvo listo en la pasada edición 2012 de GetxoPhoto (dedicada a la infancia) y se le pasó invitar a una artista de la talla de Anne. ¡¡¿Estamos en lo que estamos, señor Kalero?!! Si se le olvidó, el error es inaceptable. Y si es intencionado, no sé qué busca, no lo entiendo. No me gusta, no. Mal vamos en España con estas actitudes tan poco modernas…

Al menos lo bueno crea escuela. Y así,  se puede citar al fotógrafo-costurero Tom Arma, cuyos disfraces para niñitos ciertamente son una monería. Podéis vestir a vuestro nene de lo que queráis, porque tiene disfraces de todo. Pueden ser algo incómodos, pero seguro que en fiestas de cumpleaños, carnavales y, por qué no, por la calle y en el parque, seréis la envidia de todos vuestros amigos y vecinos. Destacar los modelos de niña/o mariposa-lobo, pulpo rosa, coral-pez tropical, chepudo-caracol, delfín amazónico y, por apropiado a las fechas venideras, el de árbol de Navidad.

Lo cierto es que los bebitos quedan tan lindos que están para comérselos. Y literalmente así lo hace esta bloguera. Fijaos qué galletitas-bebé tan apetitosas. En su última frase bien que nos lo advierte: “Porque no hay nada tan placentero como comerte la cabeza de un bebé hecho de azúcar…”. ¡Qué ternura la de esta mujer!

Las variaciones pueden ser múltiples. Y si no nos apetece fotografiar niños porque no los soportamos, siempre podemos fotear animales para hacer nuestro calendario al estilo Geddes con animalitos. ¡Que no pare esa creatividad!


Carta a los Reyes Magos

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Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar:

Este año he sido muy bueno y además he trabajado mucho. He disparado a destajo y he llenado las tarjetas de fotacas. Por eso, antes de que se me haga tarde, os dejo con tiempo una lista de cosas que quiero que me traigáis y que me van a venir muy bien para ser un fotógrafo moderno. Quiero ser un artista de la imagen, un tío de esos que marcan tendencias, una referencia obligada, un mago moderno_fotogrdel HDR, un… un… ¡Me emociono, copón!

Lo que pasa es que no tengo claro aun qué estilo quiero tener. Tengo que definirme. Es que por un lado no puedo olvidarme de lo que he hecho hasta ahora; y por otro quiero mirar al futuro de frente y volverme moderno. No sé para dónde tirar.

Mientras me pienso este dilema que me asalta en cada siesta, os pido estas pocas cosas:

1. El último libro de Mellado, Fotografía de Alta Calidad. Y como él lo ofrece en su güeb: autografiado por él mismo. ¡Con un par! Hay que actualizar esas técnicas digitales, que en un cerrar de ojos se nos quedan obsoletas y se nos escapa el tren, señores.

2. Un fotolibro de un autor que se lleve mucho y a la vez algo “underground”. ¡Joder, qué cultureta estoy hecho! Por ejemplo, el de los astronautas de Cristina de Middel. Yo no entiendo muy bien de qué va, pero me han dicho que es imprescindible y además me trae recuerdos de una de mis pelis favoritas: El astronauta, con ese gran actor que fue Tony Leblanc. Bueno, Melchor: si no encuentras el libro, porque creo que se ha hecho objeto de culto y se lo quitan de las manos a los libreros, me traes el divedé de la peli, que me parto el ojete con ella.

astronau_cienojetes

El afronauta de Middel y el hispanauta de Leblanc

3. Un pepino de los buenos, para mi réflex fuck-frame. De los que acercan mucho. Si no está estabilizado, me traéis además este super-estabilizador, muy apañao para hacer street-photography. Gaspar: ¡No te olvides que yo soy de Nikon! ¡Canon caca! Uyuyuy, menudo cabreo se va a pillar Nacho… ;)

4. Una cámara digital compacta de las buenas, de esas con aspecto retro. Muy útil para ir a los saraos que van los modernos: talleres de autor, visionados, fotoclús, charletas, etc. Ellos las llevan mucho. Por favor, Melchor: no te equivoques y le eches mano a una de carrete de segunda mano, que eso no es práctico. Que tenga raw, ¿eh? Esta iría bien, por ejemplo.

5. Para mi nueva novia (llevamos un mes, jeje), me gustaría que le dejárais esta cámara de Hello Kitty. Una cucada:

camara kitty

6. A Baltasar le pido un hide de camuflaje, para ir al campo con mis colegas a fotear y a hacer picnic. Así podré hacerle fotos con el pepino a todo bicho que aparezca. La especie del animal la verdad es que me importa poco. Yo no soy biólogo. Lo que quiero es que queden unas fotazas que sean la envidia de todos los fotógrafos de naturaleza.

De la web fotosnaturaleza.es

7. Este chaleco fotográfico estilo reportero.

8. Una bolsa del Juanan para ir a los saraos antes mencionados y, si podéis, una de sus cajas de luz para mi chorvi. Yo no sé dónde querrá poner ese trasto, que además lleva una foto revelada a la antigua usanza o polaroids. No paro de decirle que es mejor un marco digital y además se lo llenaría de fotos mías con colores alegres, no como las negruzas de ese. Pero ¡qué le voy a hacer! A ella le encantan y si quiero…

9. Un ipad. Algunos me dicen que es demasiado pequeño para teclear, pero yo no soy de escribir mucho, la verdad. Gaspar: no se te ocurra traerme una tablet con android. Yo quiero el del pero mordío, porque me he dado cuenta que todos los modernos son adictos a apple. En cuanto van a dar una charla y sacan su macbookpro o su ipad, un aura electromagnética les rodea y la audiencia se queda boquiabierta digan lo que digan. Lo usaré para ir enseñando porfolios y proyectos en los saraos y presumir delante de los amigos. Además con él también se pueden hacer fotos y su tamaño viene bien para dar capones.

le

10. Un taller de autor que me enseñe a reflexionar sobre los procesos creativos. Que me ayude a crear sin parar. Pero por favor, a los tres os lo pido: que el visionario no sea muy riguroso, no sea que recaiga del bajonazo que cogí tras mi primer y último visionado.

11. Una tarjeta de memoria ultrarápida, para disparar sin parar, con el botón apretao un buen rato; y que tenga muchas gigas para que le quepan muchas fotos. Es que las lleno enseguida, joel.

12. El calendario Pirelli 2013 de Steve McFlurry, del que habló Nacho en la entrada anterior, y que tiene esas imágenes estilo HDR que me molan tanto. Este hombre se ha superado a sí mismo. Y si aun quedan y no es mucha molestia, el del año 2009, que me ponía burrísimo.

pirelli calendar 2009


Tenemos facebook

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caralibro_cienojetesIniciamos una categoría nueva, los miniposts. Entradas de corta duración que servirán, por ejemplo, para comunicaros pensamientos y noticias que tengan que ver la luz de forma inmediata; o para cuando no podamos detenernos en escribir mucho porque estemos madurando algún proyecto fotográfico, en pleno viaje interior… Salvo imprevistos, nuestro día para publicar seguirá siendo el martes.

Aunque muchos de vosotros ya os habéis dado cuenta, sirva este primer minipost para informar de que los Reyes Magos nos dejaron una página en Facebook, que se añade a la red social Twitter con la que comenzamos. Pensándolo bien, no sé si es un regalo o un marrón. En fin: ¡ahí va!



No tengo química con la fotografía analógica

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Parece que la fotografía analógica regresa con fuerza. Yo, como ya os he dicho alguna vez, no le veo sentido a eso de tirar el dinero tontamente, con lo bien que se ven las fotos en mi pantalla de ordenador de 24”, en mi TV led de 40”, en el ipad que me dejaron los Reyes o incluso en el marco digital que tengo en el aparador de entrada a casa.

Pero de nuevo el mismo amigo que me habló de la Escuela de Helsinki me dio otro toque de atención. “¡Qué no te enteras, Pepinos!”, díjome, para pasar después a advertirme de que las sales de plata están de moda otra vez y que cada vez son más los proyectos de autor que se vuelven a hacer en película.

revel2Me propuse entonces aprender a revelar, positivar y todas esas cosas relacionadas con el rollo fílmico. Porque tenía muchas lagunas y falsas ideas acerca del proceso argénteo. Por ejemplo, de fijador pensaba que podía valer la laca Nelly diluída en agua. Después de investigar por internet y de leer un poco, me encaminé a una tienda de fotografía de mi localidad, que vamos a llamar ficticiamente Crimen, dispuesto a asesorarme.

- “Buenos días, señor. ¿Le puedo ayudar?”

- “Hola. Sí, señorita. Quería empezar a revelar fotos de una manera artesanal, como se hacía antes. Y venía a que me aconsejara cual es el mejor material para empezar.”

Emulsión, cianotipia, papel baritado, exposímetro, virado, proceso Van Dyke… Conforme iba diciéndole términos, el rostro de la muchacha iba poniéndose cada vez más rojo, como si le estuviera hablando en chino mandarín.

- “Espérese ahí un momento. Eso lo tiene que hablar usté con el encargao”, se excusó al tiempo que salía trastabillada en busca del experto.

No merece la pena reproducir la conversación que tuve con este hombre. Me dijo que lo que quería hacer era de locos. Me recomendó que me comprara una cámara digital y una buena tarjeta de memoria. O que actualizara mi reflex digital con un objetivo más luminoso. Que podía imprimir directamente las fotos de la tarjeta en las máquinas de la tienda, etc. En fin: tuve que ponerme serio. Viendo mi empeño, lo único que encontró para venderme fueron unos carretes Ilford (en blanco y negro otra marca no tenía), un manual sobre el sistema de zonas de Ansel Adams, un paquete de papel RC de la susodicha marca; y un tambor de revelado, cubetas y unas pinzas llenas de polvo que encontró en el almacén del establecimiento. Salí de Crimen (y castigo) jurando como Escarlata O´Hara que jamás volvería a.

Ni que decir tiene que cámaras de carrete no tenían en la tienda. Yo cuando me pongo, me pongo y quiero lo mejor. Para lograr unos cielos bíblicos al estilo de Salgado me propuse adquirir una Leica M. Además, el círculo rojo en el rollo argénteo produce en los analógicos el mismo efecto que el pero mordío en los digitales. Pasión y admiración zenith emdesmedida. Pero antes de pedir el préstamo correspondiente, decidí probarme para ver si esto era lo mío. Por ello le pedí prestada a mi tito una férrea réflex Zenith un poco desgastada, ya que había sido usada una vez a modo de martillo.

Asimismo tuve que adquirir una ampliadora de segunda mano en internet. Mientras llegaba me dediqué a “tirar” los carretes que tenía. Pero como tengo la costumbre de disparar a saco con la cámara digital (porque no cuesta nada), enseguida los acabé en un edificio en ruinas. Caí luego en la cuenta de que llevaba blanco y negro y que el color de los graffitis no iba a salir. ¡Cago en los tontos!

En la extracción del primer carrete casi me corto el dedo con las tijeras. Pero, salvo este accidente, lo gordo estaba por venir a la hora de positivar. Ya lo dijo Uelsmann: “El cuarto oscuro es un lugar de descubrimientos, observación y meditación…” Y no lo supe hasta que me metí dentro. Contactos, tiras de prueba, reservas, tiempos de exposición y revelado… Mira que hacía pruebas y pruebas, reservas y más reservas, pero no había manera de que aparecieran la magia esa y los cielos bíblicos. Las fotos salían de las cubetas más negras que un tizón o blancas como la nieve.

Empecé a desesperarme. Pensé que algo había mal en los químicos y decidí probar con no sé qué liquido que llevaba selenium. Y se ve que mezclé o yo qué sé: eso comenzó a desprender vapores tóxicos y empecé a marearme cada vez más. Con el atontamiento, y casi a oscuras con la débil luz roja, intentar salir de allí, palpando. Pero volqué una cubeta y resbalé con tanta mala pata que, buscando apoyo antes de caer al suelo, me tiré la ampliadora encima, quedando en el suelo, en postura fetal, empapado en líquidos pestosos y malferido. Salí de ese infierno como pude: cegarruto, a rastras y dándome topazos. Estoy vivo de milagro.

En fin. Que para el que lo quiera. ¡Mucha paciencia hay que tener con esto de las sales de plata! Con lo fácil que es disparar en digital y si una foto es regulera mejorarla con el fotochop.

Nada. Si quiero que una foto parezca de carrete y tenga un estilo vintage, le meto un plugin que la dejo niquelá. Y con el móvil, para eso tenemos el instagram. ¡Voy corriendo al banco a anular el préstamo! ¡De la que me he librado!

lmatiz


Los palomos de Ricardo Cases

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El otro día fui a comprarme calzao al polígono industrial de Elche.  Cuando ya me retiraba de la zona, con unos bambos bien guapos y baratos, desde el coche ví un barullo de gente. Los allí congregados no tenían aspecto de trabajadores; tampoco parecía aquello una disco de poligoneros. Todo lo contrario: había mucho moderno por allí, que es lo que Nacho y yo queremos ser de mayores. Así que decidí aparcar y acercarme a oler.

Resultó ser la inauguración de la exposición Paloma al Aire del oriolano Ricardo Cases, en la Mustang Art Gallery, nada menos. Una galería de arte que se emplaza en el recibidor (bueno, es más moderno decir hall) de lo que creo que es una fábrica de zapatos. El acto estaba a punto de comenzar. El olor a comida y sobre todo mi pasión por la fotografía me animaron a quedarme.

Tras unas palabras de un señor de la empresa y otras de una atractiva mujer con altos tacones, que luego me dijeron que era la comisaria de la expo, habló Ricardo. Poco después nos invitaba a visionar un vídeo del trabajo fotográfico, al tiempo que una pequeña orquesta de trompeteros ponía banda sonora a la proyección. Pero la música, como la del video, me pareció muy rara y cansina. Asi que, dada la temática de la exposición, para futuras inauguraciones e incluso para una reedición del vídeo, yo creo que podría venir mejor esta otra. Que su escucha sirva, al menos, para amenizar la presente lectura.

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Cases ha sido seleccionado hace poco por la revista Time como uno de los mejores fotoperiodistas del 2012. Pero lo interesante de él es que con este trabajo de los palomos renueva de un plumazo las anquilosadas visiones fotográficas anteriores. Marca un antes y un después en la manera de fotografiar, qué duda cabe.

Exposímetros, flashes TTL, correcciones de altas luces, histogramas… ¡A la mierda! Necesitamos luz en el sombrío panorama fotográfico nacional. “¡Re(in)ventemos los blancos!”, parece gritarnos el Martin Parr español.

Ciertamente, la técnica de Ricardo Cases nos deslumbra. La misma comisaria declaró que las imágenes “permanecen en nuestra retina incluso tras cerrar los ojos”. El personal que asistió al acto contemplaba maravillado el mágico estallido de luz rebotada sobre los objetos a pocos palmos de distancia. Mirad,  por ejemplo, al viejecico de la foto de abajo.  ¿Se protege de las palomas o de los flashazos de Ricardo? ¿Lo abruma la explosión de color alado o, confundido por las ráfagas de luz cegadora, inicia una reverencia a Amon-Ra? No lo sabemos a ciencia cierta, amigos. Cases no desvela nada, sugiere. Su cámara lúcida nos enajena la mirada, permitiendo a la mente volar cual palomo en busca de cópula amorosa.

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Investigando sobre este renovador fotógrafo descubrí que es miembro de la Escuela de BlankPaper. Sí. Otra escuela de esas como la de Dusseldorf o la de Helsinki. Blank paper=papel en blanco. Ahora lo entiendo todo. A base de abusar un poco del flash, poniéndolo a to lo que da, estos fotógrafos pretenden cargar el fotograma de blanco. ¡Qué tíos! La de tinta que se ahorran también éstos así…

Mi olfato no me engañaba. Instantes después llegaron las cervecicas y las cocas (una especie de pizzas, no malpenséis). Qué hincheta me pegué, jeje. La ingesta de alcohol sirvió para que al personal se le fuera soltando la lengua. Llamaba la atención una foto enorme que había al fondo y que estaba dividida en dos pedazos. Mientras que alguien comentaba que quería imitar la edición del libro, a modo de bloc, voces que aseguraban estar bien informadas decían que la foto era tan grande que había tenido que ser partida porque no cabía en la fragoneta de transporte.

Especulaciones aparte, lo que sí me gustó bastante fueron unos cartelicos muy chulos para colorear la pluma de los palomos, de la misma forma que lo hacen los palomeros o palomistas, como a ellos gusta denominarse. Cogí unos cuantos para que mis sobrinos se entretuvieran pintándolos y desarrollaran así el amor por estas aves.

La fiesta seguía. Ya me iba cuando entre la multitud me pareció ver al mismísimo fotógrafo, ya de por sí simpaticón y vivaracho, dando vueltas sobre su propio eje y alrededor de una damisela, sacando el pecho, estirando y encogiendo cuello y emitiendo ininteligibles sonidos guturales.  Entendí entonces lo honesto de su propuesta, ya que esto denotaba muchísimas horas de convivencia con los palomos, hasta el punto de haber llegado a asimilar algunos de sus comportamientos más instintivos: estaba cortejando a la hembra.

Salí de aquel sarao con una sonrisa en la boca y el estómago lleno. Hacía frío. En el momento de dar el primer paso, una cagada se estampó en toda mi cara. Me quité las gafas, miré arriba y allí estaba. La figura desenfocada de una paloma al aire. ¡Pero qué bonicas son, coño!


La Casa de Campo de Martínez

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Hace unos días me decidí, con mucha pena, a llevar a una tienda de compra-venta mis libros de fotos de naturaleza para sacar unas perrillas y comprarme un libro de autor. Por aquí ya hemos dicho alguna vez que nuestro afán modernista tiene que ir ligado, impepinablemente, a la adquisición de fotobooks.

Y esta vez creo que he acertado. Este sí que es moderno de verdad. Se trata del libro Casa de Campo de A. Martínez Xoubanova. Con este ejemplar inauguramos hoy una nueva sección en Cienojetes en la que nos dedicaremos a analizar los fotolibros que nos llamen la atención, pero con el ánimo constructivo que nos caracteriza.

El libro que nos ocupa nos muestra cosas que pasan en la Casa de Campo madrileña. Como bien se ha dicho de él, este trabajo “examina lo simbólico y lo onírico a través de las interrelaciones entre los individuos, los animales y los seres animados e inanimados que confluyen en este espacio único”. Lo abrimos y, qué duda cabe, enseguida nos damos cuenta de ello.

Lo primero que sorprende agradablemente del libro es su precio: 40 pavos. Un precio para nada elevado, dado el acabado impecable y la calidad de las imágenes que aparecen en el interior.

Es admirable el esfuerzo que Martínez X. ha invertido en este volumen, puesto que habrá sudado la gota gorda en busca de las instantáneas. Máxime teniendo en cuenta que, por las altas, duras y no pocas luces, ha trabajado bajo una importante solanera. Pero todo es mejorable, amigos. Y esta obra también. Al parecer hablamos de un fotógrafo joven y vislumbramos cosas que aun tiene que pulir. A continuación exponemos una serie de consejos, con imágenes de ejemplo, para que su próximo reportaje le quede redondo. Analicemos en qué falla Martínez:

1. En la distancia. Observad las dos fotos de abajo. El fotógrafo ha sabido encuadrar en el centro el motivo principal pero éste ha quedado muy lejano. En el caso de la amapola hubiera sido recomendable acercarse un poco más. No podemos estar justificándonos con un “es que había ortigas…” ¡Acérquese, hombre! La fama cuesta. Ya sabe que si sus fotos no son lo suficientemente buenas es que no se ha acercado lo suficiente. En el otro caso es indudable que la técnica de aproximación no es la apropiada porque, cuando huele el peligro, el pájaro echa a volar. Aquí viene que ni pintado un buen pepino. Primera lección: hay que elegir bien el equipo antes de salir a fotear.

Poppy and little bird, so far away.

2. En el retoque. No se puede salir a hacer fotos a una hora tan mala como la una del mediodía. A esa hora se toma uno la caña y la tapa. No obstante, si no tenemos otra hora porque trabajamos mañana y tarde, siguiendo ese tan español y descansado horario partido, hay que procesar las fotos. ¡Estas fotos están sin tocar, tal y como salen de la tarjeta! ¿En qué dispara usted? ¿En jotapejé? Le recomiendo que dispare en raw y eche unas horas frente a la pantalla. Para este trabajo yo le hubiera propuesto un tratamiento vintage, muy pop, muy de moda ahora, imitando foto vieja.

Original copy

Very best copy

Very best copy

3. En el instante decisivo. Hay que buscar el momento, saber esperar. Por ejemplo en la foto de abajo, ¡siga usted a ese hombre! Tiene toda la pinta de ir a hacer algo. Pongamos por caso que va a orinar o a hacer de vientre. Sean aguas menores o mayores, ha perdido usted un fotón por no tener paciencia. Recuerde las palabras del gran McCurry: Si sabes esperar la gente se olvidará de tu cámara y entonces su alma saldrá a la luz. Aquí usted no ha sabido esperar a que saliera nada. ¿Se le hacía tarde, Martínez? Déjese las prisas en casa.

Man heading to nowhere

4. En el encuadre. Muévase y busque el mejor ángulo. Mire por el visor de la cámara y discrimine realidades. En la foto de abajo, ¿cómo ha estado usted tan torpe? ¿Qué es eso que asoma por arriba? Es una boya o es una p¿No ve que la mata esa tapaba? Se mueve usted sólo tres pasos a la izquierda, con cuidado de no caerse al agua, y hace la foto, hombre. Además no pisa usted hojas secas o ramas que le puedan delatar. Es cesped fresco que le ayuda a ser silencioso como un felino.

agosto3

What is hidden behind the bush?

5. En la maquetación. Hay que repasar la maqueta, la edición final. Algún torpe ha rotado la foto antes de la impresión ¡y ale! El viejecico nos ha salido haciendo abdominales al revés. Fallo garrafal.

Rotated photo, rotated man

6. En la sutileza. ¡Pero hombre de Dios! ¿Cómo saca usted al pobre perrico por ese lado y sin mirar a cámara? Le echa la foto por el otro costado y no sale la patita amputada. Aquí el error se conjuga con la falta de encuadre anteriormente dicha. Además, o peca usted por exceso o por defecto: en este caso se ha acercado usted demasiado. Un poco de paisaje hubiera hecho la foto más amable. Por si faltaba poco, el animalito queda a su vez amputado por la doble página. Sobra blanco. Se le nota a usted la influencia excesiva del amigo Cases. ¿No puede poner una foto a cada lado como se ha hecho toda la vida de Dios? Otro fallo de maquetación.

Anonymous stray dog

7. En el mensaje. ¿Escaso sentido y sensibilidad ecológica? Lo pongo en interrogantes porque supongo que si usted ha ido por ahí haciendo fotos de escombros y basuras en un espacio verde como éste, al menos después los habrá recogido, ¡¿o no?! Si no está incitando a que la genta vaya por ahí haciendo impunemente lo que le venga en gana. Por ejemplo, a las chicas de abajo, que a más inri parecen menores de edad, les habrá advertido usted de que ese no es sitio para hacer botellón. Porque en la foto parece que los envases no son todos de Fanta… Y les habrá conminado a recogerlo todo, amenazándoles con llamar a sus padres. Confiemos en que sí.

Girls going to drink alcohol or only talking about the weather?

8. En el tema. Usted no es Weegee. El genial reportero sintonizaba la radio de la policía y llegaba en el instante preciso a la escena del crimen. Pero Martínez: usted llega cuando el cadáver del presunto asesinado ya ha sido enterrado o la zona ha sido incluso acordonada para la investigación por la autoridad competente. No es lo suyo. Quien mucho abarca, poco aprieta.

Late

Even later

En fin. Sean dichos todos estos consejos con ánimo de que usted no quede en mero fotógrafo emergente. Para que su energía creativa canalice por mejores vías. Porque de lo que no cabe duda es de que aquí hay artista para rato.

No desespere, Martínez y ¡siga! ¡No ceje! Pero para otra vez abandone toda precipitación. Si usted hubiera puesto estas fotos en Flickr o en algún otro foro púbico como Nikonistas (o demás acabados en istas) durante unos días, se habría dado cuenta de que esto que yo le digo se lo habrían dicho cientos de personas, llevándose usted una retroalimentación (perdón, quería decir feedback) más valiosa que el consejo de cualquier visionario de porfolios. Quedo a su disposición para cualquier consulta futura.


Las comidas de olla de ArcoMadrid

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ARCOmadrid 2013 acaba de cerrar sus puertas. Y Cienojetes no ha querido faltar a esta cita anual con el arte contemporáneo; y más concretamente con la fotografía de vanguardia. Además este año, a pesar de la subida del IVA, las galerías se han enrollado bastante con la crisis y los precios, como veréis a continuación, eran más asequibles.

Lo primero que hay que tener en cuenta al visitar esta gran feria internacional es que hay que llevar cuidado con lo que parecen las cosas. Por ejemplo, si ves algo en el suelo y te parece un desperdicio que se ha caído y tienes la tentación de darle una patada, es posible que la cagues porque se trate de una obra de arte. O si en una pared ves algo que pueda parecer un pedazo de cinta aislante que haya olvidado un montador, o un chicle pegado, bien puede ser la ramificación de una pieza artística valorada en miles de euros. Así que cuidado con lo que tocas.

Hecha esta advertencia para futuras ocasiones, os cuento mis peripecias en ARCO, donde fuí con un colega fotógrafo madrileño. En esta ocasión, decidí vestir con una estética de aire gaylor-warholiana, con las imprescindibles gafapasta, esta vez de color amarillo limón y verde pepino, a juego con unas deportivas. Mi amigo, mayor que yo, eligió impecable traje negro de Armani prestado, corbata del mismo color que mis Adidas, reloj Rolex de imitación, gafas de sol Dolce Gabbana compradas en los moros y discreto anillo tipo sello bañado en oro. De esta guisa dábamos el aspecto de millonario coleccionista entrado en edad y de acompañante joven, asesor y amiguito.

Asimismo os advierto de una peligrosa tentación: las azafatas que hay en los stands, junto a las obras de arte. Suelen estar muy buenas y te sonríen amablemente. Siguiendo el instinto natural tú te acercas y cuando ya llevas un tiempo hablando con la moza, sale por sorpresa el galerista de un habitáculo misterioso que hay detrás para venderte la obra de arte. Y como tú estás hechizado cual Ulises con el canto de las sirenas, caes como un tontarra en la trampa. Cuando despiertas de la ensoñación y te das cuenta que te la han metido doblá, ya es tarde. Te has endeudado por unos miles de euros en cuestión de minutos.

Pero con un poco de autocontrol estos peligros se vencen fácilmente. Si se le hace creer a azafata y/o galerista que vas a comprar -aquí tiene un papel fundamental la indumentaria citada- se puede uno divertir y más que eso. Es una buena táctica pararse detenidamente ante una obra, hacerse el interesado y a continuación dejar que te expliquen su significado. La comida de oreja no tiene precio. Además si la obra tiene un coste elevado y engañas bien a la azafata y al galerista haciéndole creer que estás al borde de la compra, es posible que seas invitado al pequeño cuartito posterior que tienen casi todos los stands, que en principio no sirve para nada. Pero si tienes suerte te darás cuenta que sirve para que te coman bien la olla.

E. Sourrouille, 4150$

Entremos en materia y hablemos de fotografía. Leímos en quesabesde que este año la fotografía era la verdadera protagonista en ARCO. “Aquí hay fotografía de calidad y sobre todo mucha fotografía social y reivindicativa, algunas pinceladas de reportaje y pocas, muy pocas, fotos desenfocadas”. Y una vez comprobado in situ, en Cienojetes podemos decir que es cierto.

Jean-Luc Moerman

Moerman, 4050$

Entre las fotografías que más nos han gustado en la edición 2013 de Arco se encuentra indudablemente la del plátano que hay sobre estas líneas. Cualquier parecido con otras fotografías anteriores es pura anécdota; y más anecdótico es su precio que apenas supera los 4000 euros. Otra que también nos encantó es la foto del autocar de Falk HaberKorn, con un precio redondo: 4000$. Maravillosa también y originalísima la intervención de Jean-Luc Moerman sobre la foto del Che de René Burri, puesto que mejora notablemente una de las fotos-icono de nuestro tiempo; y además con un precio irrisorio: 4050$.

Sin embargo en ARCO 2013 hubo algunas fotografías que presentaron fallos graves. Algunos de ellos para nada son atribuíbles al fotógrafo. Son de montaje. A ver, señores galeristas y comisarios. ¡Hay que estar más atentos! Veamos algún ejemplo:

- Fotografía totalmente rajada. Se nota claramente que el montador la ha estropeado y en vez de notificarlo para que se imprima rápidamente otra copia, se ha hecho el sueco y no ha dicho nada. La foto habría tenido que ser reemplazada ipso facto.

Antonio Rovaldi_Torn Landscape America

Antonio Rovaldi, 1250$

- ¿Pero que es esto? ¡Unas fotografías pegadas encima de otras! Se ve claramente que hay una foto de color naranja debajo, encima otra de un señor y encima de ésta otra torcida que le tapa la cara. ¿Y nadie se da cuenta? Fallo grave al enmarcar. Las prisas…

Iris Touliatou

Iris Touliatou, 1700$

- En este doble marco, ¿nos hemos olvidado de la foto de la derecha?

Uriel Orlow

Uriel Orlow, 2350$

- ¿Es que no hay vigilantes de seguridad en Arco? ¿Dónde estaban para permitir que un gamberrete hiciera graffitis obscenos encima de la foto? Menos charloteo con las azafatas y menos viajes al bar, señores.

Tercerunquinto, 1500$

Sin embargo, en otras fotos los fallos son claramente del fotógrafo:

- En esta, el hecho de que la galería se llame Adora Calvo no es motivo para que el retratista haya situado al modelo adorando a la pared y de espaldas para que se le vea bien el matasellos. Ya sabemos que la galería paga, pero no hace falta ser tan pelotilla con la mano que le da de comer, ¡por favor!

Juan Hidalgo, 660$

Juan Hidalgo, 6660$

- Poco fino, muy poco listo, ha estado aquí nuestro fotógrafo y artista, situando una cinta métrica junto a los percebes. La foto no va destinada a un libro de biología marina, así que no es necesaria la escala ahí.

Enrique Lista

Enrique Lista, 2350$

Espero que con la lectura de esta breve reflexión hayáis aprendido dos cosas: una es que nunca debes subestimar el valor de tus fotos; y la otra es que hay que poner en su sitio a los galeristas. Hemos ensalzado a los visionarios de los talleres. Y son los galeristas los que en realidad tienen formación y capacidad para aclararnos cuando una fotografía puede elevarse a la categoría de obra de arte.

Así que revisa tus fotos descartadas; ¡reedita de nuevo! No vaya a ser que tengas una foto por ahí que tenga un valor supino; que pueda venderse por unos 5000 euros, por ejemplo. Saca una copia en tamaño grande ande o no ande (unos 2 metros de lado menor está bien) y enséñasela al galerista como copia de autor casi única, como si fuera una pintura o un incunable. El soporte de impresión es igual. Depende de lo que le guste al galerista: igual te pide una copia en un papel de esos fine art, tan de moda y caros, para encuadernarla con un marco de calidad; que igual le vale una fotocopia clavada con chinchetas a la pared. Tú prueba. Asesórate. Déjate aconsejar por él. Es tu amigo y por exponer sólo se quedará un mínimo porcentaje de tu obra de arte. A cambio, si la cosa rula, te espera una vida nueva. Recuerda que…

p17u81

Dora Garcia, 4800$


Fontcuberta vuelve a hacer fotos

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Teníamos pensado hablar de otra cosa esta semana. Pero la actualidad manda y Cienojetes hoy tiene una primicia, al hilo del reciente “nobel” de la fotografía.

La noticia no es que Joan Fontcuberta haya recibido recientemente el premio de los premios en fotografía, el Hasselblad; no, qué va. Es que, espoleado por este premio, ha decidido volver a hacer fotos como hace tiempo que no hace. Él, que declaró que “tal vez el futuro de la fotografía es la desaparición total de la imagen”, ahora va y se retracta. Donde dije digo, digo Diego.

¿Cómo me he enterado? Resulta que hace un par de días tuve que ir a Barcelona, invitado a un coloquio sobre fotografía y posmodernidad. Tras el acto, tenía la cabeza como un bombo y decidí relajarme paseándome por la ciudad. Las bellas luces de la tarde me animaron a hacer alguna foto, pero no conseguía el encuadre perfecto. Pero hete aquí que en esto me veo a un señor inmóvil en un parque, fotografiando una espectacular puesta de sol. Era una imagen espléndida. Y era él: el mismísimo Fontcuberta. Esperé a que se marchara de la zona para repetir su foto (porque hay que aprender de los maestros) y lo seguí para comprobar, asombrado, que iba haciéndole fotos con su iphone a todo lo que se le ocurría. No paraba de crear y crear. Aquí lo podéis ver haciendo una:

Fontcu-vuelve

Fontcu, móvil en mano, presto a captar belleza

Después de echar unas cuantas fotos, todas ellas muy cotidianas pero llenas de belleza y composición, se introdujo en un bar del Barrio Chino, que tan magistralmente fotografiara otro Joan. Esperé a que llevara unos cuantos gintonics para presentarme y pedirle un autógrafo. Y cuando ya iba un tanto enfollonado, Fontcu, que así gusta ser llamado por sus amigos, abrió para mi sólo la caja de Pandora, regalándome esta perla, esta revelación:

«Se me fue la perola. No supe cerrar el proyecto Detrás del Espejo. Nada más levantarme, y sin desayunar, me metía en internet, venga buscar fotos de gente autorretratada; cuanto más ligerita de ropa, mejor. Me dí cuenta que me había transformado en un auténtico voyeur cibernéutico. Me enfrasqué tanto en mis mirares, que se me pasaban las noches navegando de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho fisgar, se me secó el cerebro, de manera que vine a perder el juicio.

Una noche entré en trance y tuve una visión: de un googlegrama, no recuerdo ahora si con la forma del satélite Sputnik o de la nave Soyuz, descendió un monje ortodoxo ruso que, al tiempo que me arrojaba aerolitos, me decía con voz atronadora:

“…de la nave Soyuz descendió…” (Foto J. Fontcuberta)

- “¡Fontcu, Fontcu! No más mentiras piadosas. No más anticuerpos contra el engaño. ¿Cómo pudiste decir eso de que cada vez me parece más interesante la mala fotografía? ¿Eso de que cuanto peor, mejor, que la cantidad sustituye a la calidad? ¡Basta de proyectos! Busca la belleza de la imagen única. Déjate de confusiones. Transmútate, renuévate… ¡Ay Fontcu, Fontcu! Mal camino llevas…”

“¡Ay Fontcu! Mal camino llevas…” (Foto J. Fontcuberta)

¡Ay Fontcu, Fontcu…! Cuando desperté aquellas palabras aun resonaban en mi cabeza, cuberta por mis manos. Corrí a lavarme el rostro y miré al frente, con las manos apoyadas en el lavabo, abatido. Pero el yo de mi espejo, mi reflectograma, me guiñó un ojo.

Desde ese momento cambié. He decidido volver a hacer fotos, usando el iphone que me regaló Papá Noel. Ahora busco la imagen perfecta, la que rompa con los parámetros establecidos, la que extienda los límites… Quiero crear con imágenes propias, reales. Quiero ser honesto conmigo mismo… No sé como pude… Estaba equivocado. Yo… yo…»

Se echó a mis brazos y juntos bebimos hasta el amanecer.


La fotografía de Semana Santa

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Acaba de pasar la Semana Santa y seguro que algunos tendrán las tarjetas llenas de gigas y gigas de fotos. Es momento de buscar por la red concursetes de temática nazarenil y, con un poco de suerte, ganar unas perricas que os van a venir muy bien para el viaje a Islandia de este verano. ¡Ojo! Los jurados suelen ser gente experimentada y conocedora de la historia de la fotografía, asi que advertimos que la foto la van a mirar con lupa. Pero si estamos listos, se la podremos meter y llevarnos algún premio.

En las procesiones, el llevar una réflex con un buen pepino abre puertas. Da derecho a acceder a zonas donde la policía te obligaría a irte. Puedes cruzar cuantas veces quieras entre los nazarenos o estamparles el gran angular en los morros. Como bien afirma en un forete el máster JMMG, que se intitula fotógrafo humanista y documentalista, “aquí no estorbas si te pones en medio y se pueden hacer las fotos con máquinas buenas y de juguete”.

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David Jiménez

Lo fundamental es obtener fotos muy potentes, como se dice ahora. Y para ello es importante elegir bien el lugar de la procesión, sin que nos tenga que preocupar lo fotografiada que haya sido. Los bercianos de Aliste en Zamora han sido inmortalizados hasta la saciedad desde tiempos remotos; por ejemplo en los años 70 por Rafael Sanz y su discípula Cristina Gª Rodero. Pero la peña sigue yendo ahí a darle la tabarra a los lugareños y los premios siguen cayendo.

¿Cómo obtener fotos potentes? Hay varios métodos. Uno es ir educando la mirada con fotolibros sobre el tema, como Sevilla, Semana Santa de un tal David Jiménez. Pero el libro tiene fotos raras y éste, amigos, es un proceso lento; os lo desaconsejo.

En ciertas webs podemos encontrar buenas sugerencias. En la guía definitiva para hacer buenas fotos en S. S. nos aclara por ejemplo que “las condiciones de iluminación son completamente diferentes durante el día y durante la noche”. Efectivamente. También en multitud de nuestros útiles foros de nombre terminado en istas se dan buenas respuestas a los problemas técnicos de los foristas.

Pero nosotros vamos a ver otros métodos más efectivos y destinados a ganar; y lo ilustraremos con enlaces:

- Muchas procesiones se prestan a darles un aire antiguo, bien pasando la foto a blanco y negro o bien dándole un generoso virado sepia; si además le metemos viñeteao y un plugin guapo de fotosop… ¡alehop! Foto normalucha convertida en fotoca, ergo premio nacional. Se la hemos metido al jurado. En el polo opuesto, siempre podemos contar con nuestro amigo hdr.

- Los picados y contrapicados también dan mucho juego. Para estos últimos es fundamental el ultragranangular y llevar ropa cómoda; así podremos tirarnos al suelo y conseguir esa toma atrevida y original. Y si podemos obtener unos cielos bíblicos, mejor. En esta galería hallaréis buenos ejemplos de lo dicho.

J. Crillas

- La foto-estampa siempre suele funcionar bien. Su único mérito está en que plasma la belleza de una imagen escultórica. Para hacerla debemos de encuadrar al “santo” verticalmente, si es sólo de la cara mejor; nos ayudará pensar que la foto va a ser destinada a hacer estampicas o calendarios para llevar en la cartera. No tiene más. Además si estamos sacando a un nazareno, así nos sale entero el caperuzo. Esto va de perlas si lo que estamos buscando es ganar un concurso para un cartel de Semana Santa. En esta disciplina, no debemos tener reparos en cambiar fondos con el fotosop, combinar ByN con color, jugar con las líneas y las arquitecturas y, si estamos inspirados, atrevernos incluso con originales collages.

- Atentos también al instante decisivo cartierbressoniano, a esos momentos únicos que enfatizaremos dándole un título apropiado a nuestra imagen. No nos olvidemos de otros aspectos que se suelen dar: caras de esfuerzo denodado, militares desfilando con imágenes (religión y ejército conjugan de miedo), sombras, etc. ¡Qué no se nos escapen dichos momentos irrepetibles!

- Los contraluces nos sirven para jugar con las siluetas. Para dramatizar un poco le daremos un poquito de degradado a los cielos. Aprovecharemos las manchas del sensor para crear un efecto parecido a la lluvia, como hace H. Delgado en esta fotaza con otro acertado título: El ovni de San Bernardo

- La mayoría deagram las procesiones son por la noche. Asi que puede ser un lío medir las luces. Si en la misma foto aparece un Cristo con la cara quemada por un focazo y los nazarenos muy negros, siempre podemos hacer doble exposición. No hace falta comprarse un trípode: se puede jugar con las velocidades lentas de obturación y crear interesantes juegos de luz y color.

- No sólo con las luces. Tambien funcionan bien los contrastes acusados en las formas. Los nazarenos chequeticos dan mucho juego. En las procesiones de Cartagena hay uno que lo llevan frito .

- Debido a la escasez de luz, será util usar un diafragma de gran abertura. Esto nos ayudará a desenfocar fondos y a destacar la belleza de nuestro motivo principal, que en este caso puede ser la imagen escultórica.

Y si no nos ha dado tiempo a presentarnos a certamen alguno o se nos ha pegado el arroz, siempre podemos montarnos una exposición molona en un bar, restaurante o tapería. Aquí de nuevo un buen título le dará peso y categoría al proyecto. Y no os olvidéis de llevaros a amigotes y admiradores a vuestra expo, obsequiándoles con instructivas visitas guiadas .


Contratiempo en Cienojetes

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Un pedacito de Cienojetes acaba de cobrar vida en papel. Podéis leer uno de nuestros artículos en la revista Contratiempo, que edita el Centro de Fotografía Contemporánea de Bilbao, tanto en formato on-line como impreso. De esta manera, aun no teniendo tablet o smartphone, será posible disfrutar con uno de nuestros audaces ensayos cómodamente sentado en el baño.

Desde aquí, nuestras pirotécnicas gracias al CFC, y en particular a Ricky Dávila y a Nacho von Barelli, por dejarnos formar parte de su andamiaje conceptual…

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Ahora lo descubro

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Ahora descubro sorprendido que cuando me levantaba por las mañanas, miraba al frente y, todavía con los ojos entornados por el sueño, vislumbraba de forma borrosa el sol filtrándose por la cortina, estaba haciendo fotografía.

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Ahora descubro sorprendido que cuando al incorporarme de la cama, enlentecido aún por las drogas de Morfeo, miraba absorto la pared desenfocada de mi dormitorio, estaba haciendo fotografía.

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Ahora descubro sorprendido que cuando mi rostro desnudo saludaba a la mañana desde mi balcón, esperando el beso refrescante de la brisa, hacía fotografía.

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Ahora descubro sorprendido que cuando, tras un rato corriendo, cansado me sentaba en un banco del jardín y, al quitarme las gafas para secarme el sudor, miraba alejarse a la gente difusa, estaba haciendo fotografía.

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Ahora descubro sorprendido que cuando probaba a conducir sin mis lentes correctoras, para ver si era capaz de hacer un trayecto mínimo sin ellas, hacía fotografía.

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Tantos y tantos momentos… Todo, todo este arte fotográfico se lo debo a mi astigmatismo. Y el descubrimiento de mis fotos sin cámara, de mi arte inconsciente, a la fotógrafa berlinesa Uta Barth, con cuyas imágenes ilustro esta entrada.

Durante años, aún hoy, los fotógrafos nos han insistido en que para captar buenas fotografías había que viajar a países lejanos. India, Sudeste Asiático, Islandia… El polo de atracción va cambiando de lustro en lustro. Ahora va por los países de la Europa del Este.

Luego nos dijeron que no hacía falta viajar lejos; que el mejor fotodocumentalismo era el de nuestro entorno: mi ciudad, su periferia, mi barrio, mi calle…

Uta ahora nos demuestra que no hace falta salir de casa para hacer fotos. Ni enfocar, ni ponerse las gafas siquiera, qué leches. “Llevo entre 12 y 15 años haciendo fotos en mi hogar. Para la experiencia visual que busco no necesito salir a buscar fuera”.

Uta ha expuesto y ha visto adquirida su obra por numerosas instituciones y museos públicos: el MOMA, el Guggenheim y el Metropolitan de Nueva York; el MCA de Chicago; la Tate Modern de Londres; el Magasin 3 de Estocolmo; etc. Ahí la tienes. Creando y vendiendo sin parar…

Yo menos mal que tuve la suerte de descubrirla el año pasado en una galería, donde expuso sus catorce momentos de ‘ensimismación doméstica’. Antes mi vida era un no parar de darle vueltas a la cabeza buscando temas para mis proyectos; y un recorrer kilómetros y kms en busca de fotos… Ahora ni me quito el pijama. He cancelado mi viaje a Utah y sólo espero, solo en mi aposento, el momento en que la luz me habla…

Tomad nota, emergentes.


Mi primer proyecto personal (1ª parte: génesis)

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El tiempo se me echaba encima. Había pasado los cuarenta años de edad y mi sueño, vivir de la fotografía, estaba lejos de cumplirse.

Ya lo había intentado hace un par de años con la BBC. Pero con las primeras fotos, que hice para la boda de mi prima, me di cuenta que aquello no estaba hecho para mi. Era muy duro pasar días y noches quitando granos con gaussianos. Y, como hemos visto en el post anterior, es muy difícil hacerse rico como reportero de guerra. Encima la sangre me marea.

Lo único que me quedaba era pegar un pelotazo. Una creación fotográfica potente que sorprendiera, removiera y enriqueciera. Esto último sobre todo a mí, por supuesto. ¿Sería posible tamaña dicha?

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“…en la cola del paro me vino la inspiración.”
Desempleados; Nueva York, 1910.

Una mañana en la cola del paro me vino la inspiración. ¡Tenía que hacer un fotolibro! A ver si sonara la flauta y me ocurriera como a la De Middel, de quien dicen que ya hasta vende fotocopias de páginas sueltas de su libro, firmadas y seriadas, por 50 pavos. (Por cierto, Cris: si me quieres regalar un libro… Quién sabe los miles de euros que puede alcanzar el día de mañana en la reventa…).

Me puse manos a la obra. Quiero decir que me puse a pensar. Llegaron las preguntas. Y la primera fue la inefable: ¿Qué quieres contar, Pepinos? Para llegar a las respuestas, más preguntas: ¿De qué tienes que hablar para poder forrarte de un golpe y no de siete? ¿Cual es el rollito de moda? ¿Que temáticas son las más demandadas a día de hoy? ¿Qué gusta a los modernos esos que compran fotolibros? ¡Piensa Ni Con!

Busqué consejo en amigos fotógrafos con cierto éxito. Me leí los post del papa Spottorno retrocediendo hasta el año 2008. Le pregunté a un galerista de Chueca. Fui a librerías a hojear fotolibros hasta que me echaron después de desprecintar demasiados. Charlé con un visionario. Hasta hablé con un director de museo. Nada. No supieron iluminarme.

Asumí que mi búsqueda tenía que ser en solitario, tenía que ser una búsqueda personal. Me puse a editar mis propias ideas; y descartadas otras alternativas, me quedé con estas tres opciones:

1. El conceptualismo. Aun no lo domino. Estoy en ello. Todo se andará. Voy a clases gratuitas de meditación tántrica y leo a filósofos del arte fotográfico como Gonzalo Puch, pero me está llevando mucho tiempo asimilar sus profundos contenidos. De momento hacer esto sería precipitado y descabellado. La audiencia pensaría que se la quiero meter doblada; quedaría como un jetacas y me condenaría artísticamente de por vida. Por ahora el fotolibro conceptual, descartado.

2. El viaje a países exóticos, sólo fotográficamente hablando. Esto podría funcionar, pero no tengo suficiente dinero para irme a Islandia, ni a la India, ni a Cuba, ni a Kazajistán. No. El viaje documental de tierras ajenas y lejanas, descartado.

3. El proyecto sobre la identidad personal. La búsqueda del yo. Esto podría funcionar. Con el viaje interior me ahorro las perrillas del viaje mochilero a un país raro y, si todo sale bien, con lo que gane me voy de crucero. Jeje. ¡Aprobado!

No me queda otra. Si quiero pegar el pelotazo lo mejor es hacer un proyecto íntimo y personal que una vez madurado, culminará en forma de fotolibro. Estoy obligado por cojones a ser honesto conmigo mismo.

El problema es que no sé si tengo discurso interior o no. Y he observado que esto del discurso es fundamental cuando las fotos no valen una mierda. Muchas veces es casi más importante la disertación, el rollo escrito y hablado, que la foto. Asi que, ¡fuera timidez! Me tengo que armar de valor y de jeta. ¡Come on!

En ese punto estoy. Esto no puede fallar. No me puedo fallar. En mi próxima entrada os cuento como lo llevo.

E-Ferrer


Mi primer proyecto personal (2ª parte: solución)

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Decíamos ayer que, una vez descartadas otras posibilidades, para ese fotolibro que me va a hacer de oro había optado por un proyecto sobre la identidad personal. He reflexionado mucho estos días. Pero ocurre que las bifurcaciones que luego pueden surgir dentro de los proyectos de búsqueda interior son casi infinitas. 

Una opción que ahora está muy en boga es hablar de la búsqueda del yo a través del sondeo de la memoria íntima. Es decir: la propia memoria olvidada pero subyacente en lo escondido del yo; esa que está ausente y presente al mismo tiempo porque te condiciona una cosa mala. Como hay que evocar el pasado, para este tipo de proyectos es imprescindible poder disponer de una casa familiar en la que haya vivido al menos uno de tus abuelos. También puede ser necesario disponer de al menos un álbum de fotos de tu niñez. No me refiero a fotos que hayas hecho tú de pequeño, no; esas no valen. Son fotos que hayan hecho tus padres o tus abuelos cuando tú eras chequetico y te enterabas mucho más que ahora de qué va este rollo de vivir, porque aprovechabas más el tiempo.

Recurrir a dicho álbum tiene la ventaja de que muchas de las fotos del proyecto ya las tienes hechas. Si las fotos del álbum son en color, es mejor que estén descoloridas. Si están bien conservadas puedes ponerlas unos cuantos días a pleno sol; cuanto más setenteras parezcan, mejor. El uso de la nostalgia aumenta la posibilidad de éxito: que se note el paso del inexorable.

Roger Guaus

Desgraciadamente, las casas en las que vivieron mis abuelos ya no pertenecen a mi familia. Asi que, no pudiendo fotografiar la casa ancestral, me puse a buscar el álbum de fotos familiar. Pero por más que busqué y pregunté, no hallé. Quizá en alguna mudanza se extravió y ahora un anticuario esté vendiendo a precio de oro mis fotos de la infancia…

Estaba derrotado. Andé unos cuantos días muy alicaído, sin dejar de darle vueltas al tema. “¿Cómo buscar-me?” ¿Cómo sacarlo todo de dentro?”. Para consolarme, recurrí a mi amiga María; y ella me ayudó. Mientras la besaba entre el humo, me asaltó la imagen del anticuario vendiendo mis fotos en pañales a un emergente, que quería hacer un proyecto sobre la memoria colectiva. Mis fotos en pañales…  ¡Lo tenía, leches!

¿Qué mejor manera de desnudar el alma que despojándome de todo lo superfluo? Si quiero mostrarme abiertamente y sin complejos, tengo que quedarme en pelotas. Para nada es un recurso efectista ni pretencioso, porque hay buenos fotógrafos que lo han hecho antes…

Si uno aspira a ser un profesional en esto de la fotografía de autor, creo que no solo hay que serlo, sino que es aun más importante parecerlo. Así que preparaos, que voy con todo por delante. Había pensado en depilarme las peluferas, pero yo soy el que soy y así me veréis. Me importa poco que se me vea hasta el pajarito puesto que, aun despojándome de todo, me visto de honestidad.

A. García-Alix

A. García-Alix

Ahora sólo necesito que alguien me preste una cámara de placas, puesto que parece ser que le puede dar mas caché al tema. Quedo a la espera de vuestras ideas, tal y como hicistéis generosamente en el primer capítulo, y de vuestras aportaciones económicas por bookcrossing.

Antes de que empiece a derrarmarse todo mi yo por las páginas del fotolibro, este bien podría ser el texto introductorio:

No soy sino un humano semoviente en constante proceso de búsqueda silenciosa. Ahogado en una vertiginosa espiral de anhelos y desengaños, quizás el secreto esté en volver a empezar, retornar a los orígenes. Gracias a la fotografía me enfrento a mis miedos y me conozco sin velos ni ataduras. Es a través de esta autoexploración, que descubro con sorpresa que puedo convertir mi propio cuerpo en el centro catalizador de mis desposeídas emociones. Me enfrento libremente al proceso, depojándome de todo. Y desnudo busco respuestas a las preguntas que, emergiendo desde lo más profundo de mi habitación oscura, me atormentan.

Javier Pividal


¡Premio para Annie!

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En Cienojetes algunas veces estamos en babia. Menos mal que algunos de nuestros atentos lectores nos van informando de la rabiosa actualidad y nos avisan. ¡Gracias, queridos! Y es que resulta que el último premio Príncipe de Asturias se lo han otorgado a una fotógrafa. Como el de las Artes se lo han dado al últimamente omnipresente Haneke, le han adjudicado el de la rama de Comunicación y Humanidades.

Me ha pillado el asunto en fuera de juego porque confieso que yo no conocía a la tal Annie Leibovitz. Así que me he puesto a buscar información sobre esta señora en el internet y sorprendentemente lo primero que aparece es que es una fotógrafa lesbiana. Muy bien. Importante el dato. Seguimos.

Stallone_A LebovitzAveriguo que estamos hablando, según algunos medios, de la fotógrafa mejor pagada del mundo. Leo sorprendido como en las votaciones finales del jurado su candidatura se ha impuesto, además de a la de la periodista Christiane Amanpour, a la de la agencia de fotografía Magnum; otros que no tienen donde caerse muertos y a los que les hubieran venido las perras como pan caído del cielo. Una pena que no haya para todos.

En cualquier caso, me lleno de gozo al comprobar como la actual crisis económica no es menoscabo para que se siga apoyando a la cultura de vanguardia en este país. Lo primero es lo primero. El premio está dotado con una escultura de Miró, diploma y 50.000 euros.

Sigo escarbando por la red de redes, ávido de saber, y descubro sorprendido que esta señora ha fotografiado a la crème de la crème. Parece que no se es famoso del todo hasta que Annie no te retrata. Con el paso del tiempo dejó de ser la fotógrafa “rebelde” que plasmó la América de los setenta para pasar a captar a grandes personalidades. «Me gusta fotografiar a personas que admiro y de las que me importa lo que hacen. Con mis fotos espero dar una idea de cómo es nuestro tiempo» declaró Annie en una entrevista. Sin duda, lo que más me ha llamado la atención de su obra son sus imaginativos retratos de grandes personalidades de nuestro tiempo, como los de Demi Moore (tantas veces imitado), Whoopi Goldberg, Stallone al estilo Rodin, las hermanas Kardashian, el gabinete Bush en la época en que maquinaba la guerra de Irak, etc.

También me he ensimismado con esas hermosas instantáneas que han permitido a guapas celebridades ver cumplido el sueño para el que son educadas la mayoría de las niñas de Occidente: ser una una princesa de cuento de hadas a la espera de que aparezca el guapo príncipe con el que llegará la dpicha y la felicidad.

Annie+leibovitz+disney

Aparte de los méritos ya expuestos y muchos otros, ¿cuales son las razones por las que el jurado del Príncipe de Asturias se haya decantado por Annie? Pues que es uno de los referentes básicos de la fotografía contemporánea. Resulta ser una de las que marca tendencias; de las que revolucionan esto del foteo. Y es que de algo le tiene que haber valido a Annie haber sido durante tantos años pareja de la malograda y genial Susan Sontang, está claro. En boca del mismo jurado, la norteamericana es una de “las dinamizadoras del fotoperiodismo mundial y es una de las fotógrafas más respetadas en Europa y América”. Es decir: si quieres estar al loro, habrá que tomar nota y estar al tanto de lo que ha hecho y vaya a hacer esta mujer. No hay tutía.

Superadas y olvidadas ya las deudas contraídas con Hacienda tras comprarse varias mansiones, Annie sigue trabajando sin parar. Así que desde Cienojetes no nos queda sino aplaudir el preclaro criterio del jurado del Premio Príncipe de Asturias. Premiar a la fotógrafa que de manera tan magistral inmortalizara a la reina de Inglaterra es una decisión treméndamente valiente y acertada, qué duda cabe, en esta época incierta de corruptelas y de convulsos tiempos, hasta para las realezas.


Trasciende tu imagen

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Hace tiempo que escribimos una entrada en la que dimos unas nociones para mejorar cierto tipo de fotografías que adolecían de una alarmante falta de color y buen gusto. Se trató de una llamada al orden a artistas en exceso trascendentales.

Hoy damos un giro. No nos olvidamos de nuestros queridos fotógrafos pirotécnicos, esos esforzados tuneadores de la fotografía, a los que queremos animar a volver a trabajar con sus viejas fotos tan bien procesadas. ¿Para qué, si ya estaban perfectas después de horas de retoque?, os preguntaréis. Pues nenicos: para convertirlas en fotografías más comtemporáneas, más acordes a las tendencias dominantes, más artísticas y, por ende, más valiosas monetariamente hablando.

No estoy diciendo que el universo pirotécnico pueda convertirse en trascendental. No. Las miradas no cambian así como así. Ya sabéis lo de los dos caminos. Estoy hablando de ganar dinero por la patilla. De ahorrarse mucha pasta en fotolibros, en tediosas horas de talleres con artistas y en broncas por parte de los visionarios de turno. Estoy hablando de intentar metérsela doblada al personal. Os aseguro que no es tan difícil. Es necesario perder la verguenza y ampliar los contactos en el mundillo. Trabajaos esto.

Si lo que queréis es ganar dinero, ese HDR no va a servir para nada, aparte de para tener muchas felacitaciones en Flickr. La propuesta de hoy va orientada a arreglar una foto ya hecha de las miles que abarrotan vuestros discos duros. Pero no olvidéis que no vamos a ningún lado con una imagen única. Ya es hora de pensar en un proyecto en condiciones. Podéis coger un puñado de imágenes anteriores que tengan una coherencia: les borráis la fecha por si acaso y empezáis a presentar vuestro trabajo a festivales y visionados. No se os ocurra aparecer con dos o tres fotos que os mandan a la mierda. Y tampoco lleguéis con muchas. Una cosa que esté bien.

Bueno. Al tema. He cogido un HDR al azar de los muchos con los que podemos disfrutar en internet y lo he virado ostensiblemente hacia el otro lado. Es un viaje mágico de lo pirotécnico a lo trascendental.

Copia original

Copia mejorada

Copia mejorada

Las mejoras aplicadas son las siguientes:

1. Desaturación ¿Dónde vais con esos colores irreales? A blanco y negro de cabeza; que es lo que se hace cuando las fotos son malas a ver si mejoran un poco. Un blanco y negro suave, blandengue, poco contrastado, da un aire de atemporalidad e irrealidad cojonudo.

2. Supresión de cielos bíblicos y nubarrones. ¿Queréis dejaros ya las nubecitas? Los cielos claros, monótonos y con neblina son los mejores. También fuera máscaras y firmitas ostentosas. No somos nadie nadie.

3. Cambios en la composición. Fuera las líneas perfectas. En la foto original el horizonte estaba algo inclinado. Bien. No lo he enderezado. En este caso lo he girado aun más. Tiene que parecer que la composición está cuidadosamente estropeada. Lo de siempre: conocemos las reglas para romperlas y tal.

4. Ese gran angular 20 mm que no viñetea ni produce aberración no se lleva en el mundo trascendental. Lástima de perras. Asi que recorta las fotos para que se note menos. El formato cuadrado es una buena opcion porque está de moda.

5. ¡Movimiento y trepitación! Filtro de movimiento con el photoshop que para eso sois unos mostruos de la informática.

6. Simulación de película. En este caso diremos que trabajamos con película de 120 ya que usamos cámara de medio formato. Grano, rayas, imperfecciones… no están de más. Olvidaos del Noiseware y del Noise Ninja.

7. Viñeteo. En esto hay que tener cuidado con la cámara que vayamos a decir que usamos, aunque no la tengamos. Si es una Hassselblad con una buena lente, ni se te ocurra.

8. Añadir un elemento que le de misterio a la fotografía. Esto es opcional. Yo me he decantado por el astronauta, porque estoy muy influenciado por la De Middel. ¿Veis? De paso me doy el pegote y cito un libro de moda entre los modernos como uno de mis referentes. He usado una imagen de internet de un madelman de los años 70 porque así, con el rollo retro, la imagen gana enteros. Ahora bien: si se nota que lo hemos esclafao digitalmente, tendremos que decir que es que trabajamos con negativos escaneados y los trabajamos a posteriori. No es necesario dar muchas explicaciones. Si os agobian decid que para vosotros la cámara es un medio para construir un discurso y que lo que importa es el resultado.

¡Suerte máquinas!


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